El Erudito

Cito una vez más “El Arte de Insultar” de Arturo Schopenhauer, editorial Alianza. p.p 73-74

La peluca es el símbolo, bien escogido, del erudito como tal. Adorna la cabeza con una gran masa de cabello ajeno cuando escasea el propio; de la misma manera, la erudición se compone esencialmente de una gran cantidad de pensamientos ajenos, los cuales, por cierto, no la adornan tan bien y naturalmente como aquellos que brotan del origen y del suelo inherentes a uno mismo; ni son tan aplicables a todos los casos ni adaptados a todos los fines; ni están tan arraigados; ni, una vez que han sufrido desgaste, pueden ser inmediatamente remplazados por otros de la misma procedencia.

Para quien estudia con el propósito de comprender las cosas, los libros y las investigaciones son meros peldaños de una escalera con la que se asciende hasta la cima del conocimiento: en cuanto un peldaño ha permitido ascender un paso, hay que abandonarlo. La mayoría de la gente, en cambio, estudia para llenar su memoria y no utiliza los peldaños de la escalera par ascender, sino que los desmonta y se los echa al hombro para llevárselos, alegrándose del creciente peso de su carga. Permanecen siempre abajo, ya que sostienen aquello que debería sosternerlos a ellos.

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