Los Tigres de Arena
“Resentimiento por el éxito”
31 de mayo del 2016
“Un mal de todas las épocas, el negarse a aceptar y enaltecer los destellos de algún cogeneracional; más cómodo es callar o falsear sus méritos que intentar emularlos.”
En esta semana, he estado reflexionando acerca de lo que ha sido de mis amigos que conocí en la preparatoria y otros más de la universidad. La mayoría de ellos —para orgullo mío— están destacando en actividades diversas tanto en el sector público como en el privado, marcando un ejemplo para las generaciones venideras en el umbral de su tercera década de vida. En mi caso, simpatice o no con los casos dignos de difundir, creo que en estos tiempos —al menos por sanidad social y mental— invariablemente estamos obligados a compartir y reconocer a las personas que se desarrollen notablemente y honrarles emulándolos, sin embargo, lo que sucede en la realidad, es todo lo contrario, el triunfo individual no debe deslumbrar los ojos de la medianía puesto que la “agresión” jamás será olvidada. Es irrisorio que en estos tiempos el éxito provoque más enemistades que las divergencias de corte político. El concepto de éste varía según el nivel cultural de los individuos; algunos pueden ligarlo a un resultado material y otros a una proeza moral o realización de un idilio. Comprar un automóvil o una casa, viajar al extranjero, alcanzar el matrimonio, leer una novela monumental, escribir un libro, obtener un puesto directivo, volverse “político” o celebridad, entre muchas otras circunstancias, engloban lo que una persona que vivirá 80 años coloca como su máxima por lograr, al menos en la vida cotidiana. Respecto a lo “inefable”, también la gente tiende a sentir el éxito cuando experimenta la felicidad, la paz, el amor o la dicha, sensaciones que siempre ponen en cuestión cualquier dogma o guion preestablecido para con lo que una buena vida ha de ser. No obstante todo lo anterior, consumar un triunfo en el decurso de nuestra vida, habrá de cohesionar a un grupo de personas para impedir su repetición en lugar de originar actos análogos a éste, pero bueno, sería monótona la vida sin envidias ni enemigos. Muy en el fondo, sigo creyendo que aquello que odian los resentidos, es, la autonomía personal, la posibilidad de hacerse un camino propio al margen de las suposiciones y fórmulas genéricamente aceptadas que han de asegurar una buena vida.
@eisenbismarck