Tigres de Arena
12 de Septiembre del 2016
“La libertad de insultar”
“…la masa crítica en México sigue padeciendo de cierta inmadurez que le impide llegar a “armar” argumentos concretos y contundentes mediante los cuales generen cambios en la manera de ejercer el Poder público.”
Transcurrida la semana en que mediáticas tragedias sacudieron a la población mexicana, quedó una vez más demostrado la inestabilidad emocional del ciudadano promedio, así como su inmadura postura para atender o pronunciarse respecto a asuntos públicos.
El problema no fue concluir unánimemente que fue un craso error haber invitado a Donald Trump a México, ni mucho menos el haber escuchado a cientos de miles de expertos en política exterior y de corte ultra-nacionalista apelar a un sentimiento de repudio hacia un personaje de ficción como lo es el candidato republicano. El problema y la decepción —personal— vinieron cuando se desataron un sinnúmero de vergonzosas protestas —con la excusa de ejercer la libertad de expresión— donde profesionales y aficionados de la comunicación se dejaron llevar por una ola de “hipersensibilidad”, la cual les llevó a proferir incontables insultos y calificativos en contra de la figura presidencial. Mientras hubo quien defendió esta reacción justificándola como parte de la cultura del mexicano y medio de “desahogo”, también hubo algunos cuantos que tuvieron cordura y evitaron descender a increpar a quienes defendieran la polémica invitación diplomática. En fin, desde las cantinas hasta las aulas universitarias, el nivel de argumentación y el enfado generalizado produjeron situaciones embarazosas en torno a quienes se sintieron lo suficientemente reaccionarios y revolucionarios para colgarse de esta falla y lucirse ante sus símiles.
Aclaro, el punto aquí no es defender al Presidente o al servidor público en turno que falle y sienta el escarnio ciudadano, por el contrario, en una sociedad libre y democrática se puede ejercer y se debe hacer sentir la molestia y el desacuerdo a la clase política gobernante; sin embargo, la masa crítica en México sigue padeciendo de cierta inmadurez que le impide llegar a “armar” argumentos concretos y contundentes mediante los cuales generen cambios en la manera de ejercer el Poder público. Desgraciadamente, se sigue decantando por la ridícula “mentada de madre” o la “burla” y desde hace varios años resulta que en este país abunda la gente que encarna el arquetipo del líder moral y culto y que además ansia por ser conocido más allá de las fronteras de su patio. Si bien existe una extraordinaria “garantía de libertad de expresión” a nivel constitucional, habría de cuestionarse más bien la supuesta “libertad de insultar” de la cual abusa la gente obcecada y que a su vez contamina y atenta contra la civilidad y la vida cotidiana de los mexicanos.
Finalmente, espero que estas vergonzosas revoluciones comunicacionales que sólo vienen a saturar el ambiente disminuyan lo antes posible; de verdad, lo único que han dejado estas campañas de supuesto odio ha sido hastío y descrédito hacia estas falsas figuras emanadas de los medios de comunicación masiva.