Los Tigres de Arena
27 de septiembre del 2016
“La Mágica Voluntad”
“Si la Política se redujera a un sencillo problema de toma de decisiones o de voluntad personal, México hace tiempo que sería una potencia continental”
Si bien evito llevar las conversaciones de la vida cotidiana hacia el ámbito de la política o la vida pública, me sorprende que la mayoría de las veces estas tertulias después de media hora de conversación ya no pueden sacar más conclusiones o sentencias, concluyendo éstas con los habituales: “Ya ven, así es México”, “Todos los políticos son unos corruptos” o el pícaro “siempre llegan los menos peores”. En estos ejercicios conversacionales —sin importar la formación o postura política— se llega al consenso relativo a que en muchos de los problemas que llevan sobre sus hombros quienes ejercen el poder público derivan de una ausencia de voluntad para ejercer sus atribuciones. y tomar decisiones. Según la óptica de incontables ciudadanos, los problemas que a diario debe solucionar la clase gobernante serían fácilmente solucionados si éstos realmente decidieran hacerlo, es decir, mucho de lo que vemos en los medios de comunicación no es más que efecto de un somero “sí” o “no” que los funcionarios públicos consciente e inconscientemente dan sobre los asuntos que han de desahogar. En este trajinar, las supuestas “nuevas generaciones” de políticos que padecen de síndrome adánico, a menos de dos años de la elección presidencial han decidido lanzarse con desesperación en busca de la aceptación generalizada e inspirando una variación de lástima por sus rancios aires de renovación, ansiosamente escondiendo su ambición y deseo por poseer mas no ejercer. Comienzan a inundarse las redes sociales con campañas fatuas en las que un sinnúmero de jóvenes actores políticos alzan sus brazos urgiendo a diversos públicos a prestarles atención, pues han “encontrado” lo que nadie antes se había atrevido a vislumbrar. Como el mejor de los ilusionistas, se presentan estos individuos mostrando “su” realidad y repiten su diálogo mesiánico una y otra vez, cobijados por la promesa de cambiar el entorno de un sector de la población. Así, llámense como se llamen, se siguen reproduciendo y multiplicando los desesperados aspiracionistas movidos realmente por intereses externos y entregándose a la peligrosa inserción de sí mismos en el sistema político a cualquier costo. Estos jóvenes actores políticos emulan más bien a respetables magos y prestidigitadores y no a estadistas u hombres que tengan entendido cómo “opera” un Estado moderno. Así, supongo seguiré viendo en aumento la aparición de luminarias y entes que me ofrecerán algo “mejor” o que lucharán contra el sistema y sus fallas, o bien samaritanos que se desvivirán por cambiar el alumbrado en mi colonia —que no estaría mal—. Si la Política se redujera a un sencillo problema de toma de decisiones o de voluntad personal, México hace tiempo que sería una potencia continental; me parece que allende la desesperanza que existe en el ciudadano promedio, también éste debe hacer más por exigir y generar una clase política de mayor nivel. En fin, estos “jóvenes” me enfadaron este fin de semana, qué más puedo hacer.