Elección de la Ficción

Tigres de Arena

16 de noviembre del 2016.

“Elección de la Ficción”

“El triunfo de Donald Trump significó la gran derrota de las encuestadoras y consultoras políticas, así como del ejercicio “anti-ético” de la prensa militante para con la formación del juicio del ciudadano común.”

tEn esta semana que inicia prácticamente “todo se ha dicho” y comentado acerca de los efectos que tendrá la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América. En la vasta extensión del orbe se hicieron presentes millones de “expertos” en política internacional, quienes expresaron una caterva de ideas sobre el fatídico destino que le depara a Occidente a partir de la consumación del triunfo del entonces candidato republicano.

Siendo yo de los “aún sorprendidos” por el cambio que eligieron los habitantes del país más poderoso del mundo, más que dedicarme a esbozar predicciones o diseñar escenarios —ficciones—, he preferido enfocarme en el grave comportamiento que tuvieron las encuestadoras y la prensa militante para con la cobertura de las elecciones y su manejo de la opinión pública.

Por primera vez en mucho tiempo, la realidad política superó a la “literatura periodística” ya que desde el inicio del conteo y cómputo de los votos de esta elección los esquemas “previstos” por consultores, expertos en medios de comunicación e incontables medios militantes se vieron derrumbados por el dominio que tuvo Donald Trump en estados que supuestamente ya “eran un hecho” que serían para el partido Demócrata. En el juego de las encuestas, durante toda la campaña se auguró un supuesto triunfo abrumador de Hillary Clinton, mismo que “esperanzó” a los observadores internacionales hasta la víspera del martes de elección. Narrar lo que siguió sólo sería obviar la realidad, para bien o para mal, Donald Trump —en favor de los sistemas democráticos de gobierno— rompió con los hechizos y la retórica militante, y demostró una vez más que no hay “pactos oscuros” o fuerzas sobrenaturales determinen el avenir.

El triunfo de Donald Trump significó la gran derrota de las encuestadoras y consultoras políticas, así como del ejercicio “anti-ético” de la prensa militante para con la formación del juicio del ciudadano común. Las ficciones, las proyecciones y los fatuos idilios contaminaron el ejercicio profesional del periodismo, dejando una gran inconformidad entre los consumidores de contenidos y entre quienes ya festejaban y vivían una realidad alterna donde sus idealizaciones eran encarnadas por una mujer que no supo leer la realidad ni asumir una posición que inspirase confianza y valentía.

México debe aprender de esta lección; en el umbral de la sucesión presidencial, el electorado debe replantear su postura ante la prensa militante y las empresas que manipulan las imágenes de los actores políticos. De momento, sólo los periodistas pueden definir quién va a ser el mejor futbolista del planeta, hasta ahora la única elección de “importancia” en la que tienen injerencia; de aquí a que esto cambie, los electores tienen la encomienda de elevar sus exigencias y ser más críticos de aquellas personas que se precien de ejercer el periodismo como profesión. Ojalá que el espejismo periodístico que sedujo al pueblo estadounidense no cause las mismas consecuencias en el ámbito mexicano.