Percepciones y Corrupciones

Tigres de Arena

7 de noviembre del 2016

“Percepciones y Corrupciones”.

“…en este tenor, los líderes del PRI y el PAN se han olvidado del debate de las ideas y se han decantado por llenar las expectativas efímeras de las masas.”

En la antesala de lo que la gente interpreta como la “sucesión presidencial”, la contienda entre el PRI y el PAN ha cambiado de dinámica, ya que el debate que desarrollan sus respectivos líderes se ha convertido en una especie de montaje o escena ensayada en la que los diálogos de ambos se agotan rápidamente, encerrándose en una disputa monótona que busca convencer al espectador en turno sobre qué partido político ha efectuado la mayor cantidad de actos de corrupción.

De este “conflicto”, más allá de los notorios y vergonzosos casos de desfalco por parte de ex gobernadores o de conductas contempladas en la legislación penal, me ha llamado mucho la atención que sendos líderes están centrados en obtener la aceptación de la población para con la manera de llevar sus vidas personales, de hecho, ambos personajes hacen uso de sus declaraciones “3 de 3” para demostrar a todo ciudadano que ellos han tenido vidas honorables.

Del anterior “desencuentro” y de las opiniones que confluyen en las conversaciones cotidianas y las redes sociales, destaco el extraño criterio a partir del cual gran parte de los entes que conforman la clase política buscan moldear su imagen pública. En este tenor, los líderes del PRI y el PAN se han olvidado del debate de las ideas y se han decantado por llenar las expectativas efímeras de las masas.

En cuanto al sempiterno fenómeno de la “corrupción”, huelga decir que es el gran problema de la cultura mexicana y que ha deteriorado las relaciones humanas tanto en el sector público como en el privado; se “cuentan con los dedos de la mano” a los pocos mexicanos que no han tenido que recurrir a alguna variante de este fenómeno para llevar a cabo algún proyecto o resolver un problema. Aunado a lo anterior, también resulta penoso o cómico que en lugar de aplicar la ley y permitir que los órganos jurisdiccionales resuelvan los crímenes relacionados con la corrupción, emerjan actores que proponen inventar sistemas o mecanismos que “curen” de una vez por todas de este mal a los habitantes de este país. Sin embargo, olvidan que la semilla de la corrupción proviene de la esfera de la volición y es una decisión íntima; de hecho, quien se deja corromper lo hace a conciencia y hasta la fecha —al menos yo— no conozco de un acto de corrupción impuesto.

De igual forma, debe tomarse en cuenta cómo juega la percepción que tiene el ciudadano promedio de sus líderes políticos pues la mayoría de las veces los desencuentros ideológicos descienden al nivel de discutir sobre la moral de los “ricos y los “pobres”; esto lo comento porque me sorprendió que al líder del PAN se le cuestionara sobre llevar “una vida de rico”. Claro, sea cual fuere el caso, entiendo que se cuestiona el origen de esos ingresos, empero, pienso que antes de atacarse un problema como la corrupción y sus efectos, primero habría de superarse ese padecimiento social y cultural que lleva al mexicano a sugestionarse a partir de su posición socioeconómica. En lo personal, no me importa si “mi” clase política ha sido rica o pobre, sólo me interesa que sea inteligente o que al menos sepa leer o hablar en público.

Por último, espero que los partidos políticos y sus dirigentes eleven su nivel de confrontación conforme se acerque el momento de conocer a los aspirantes presidenciales; por lo pronto, será mejor que se retraigan o reformulen sus estrategias ya que el único común denominador tangible es el desdén que hay por parte de la población hacia las instituciones partidarias. Por el bien de la cultura democrática esto debe cambiarse.