Hasta pronto, mi amigo Carlos.

Ya habrá en estos momentos decenas de páginas solemnes dedicadas a recordarte desde la faceta que siempre negaste ser. Como sé que no te gustaban los barroquismos ni las pretensiones, yo no puedo ahora -ni buscaría hacerlo- describirte como una ficción.

Como sabes, tres personas han marcado mi vida, entre ellas, estuviste tú. Desde aquella tarde en que mi nombre te evocó a la entrañable relación que tuviste con mi abuelo, hasta hace semana y media en que nos despedimos con una sonrisa en los rostros, los 5 años de estrecha amistad que procuramos siempre vivirán en mi memoria.

Conmovido siempre por tu historia de vida y por todas aquellas que transformaste, sólo me resta despedirme con estas palabras siempre agradecido por lo que hiciste por mí. Mi gratitud eterna al haberme enseñado valorarme y a creer en lo que puedo convertirme.

Te agradezco los extraordinarios momentos y todas las enseñanzas, prometo que no te decepcionaré, mi única aspiración es a ser lo mejor de mi época, así como lo fuiste tú de la tuya.

Te abrazo hasta las estrellas, mi maestro y amigo.

Hasta pronto.