Conimbriga

Te seguí caminando por la loma sin entender lo que me decía el corazón, tu voz no había cambiado y me guiaste por el laberinto de tus memorias.

Insatisfecha por la vida que se te otorgó me participaste de tu compasión y de tu deseo por vivir otra realidad. El mundo que se te dio no acepta a los débiles de corazón ni de voluntad. No es tu mundo.

Los ecos de tu espíritu no pertenecen a este río. Tu camino se borró en el tiempo y diste otro sentido a tu estrella. Esperanza hallaste en quienes ignoran lo que es tener un destino.

Marcho aún a tu lado por las ruinas de Conimbriga sin saber si ese día terminó, miro los retratos de nuestra comunión, la eterna evocación de diálogo etéreo.

Nos veremos de nuevo, en sueños, en tu mundo o en el mío, los espíritus rebeldes están condenados a no reencontrarse pero sé que abatiremos ese castigo.