Andrea Marcolongo (Medida de los Héroes)

“La única obligación es no arriesgar nunca. No quemar ninguna nave, sino acumularlas todas, una encima de otra, no sea que vayan a sernos útiles en algún momento, no sea que tengamos que soltarlo todo y salir corriendo. Miramos todavía a las estrellas, pero ya no sabemos orientarnos en la inmensidad que somos; encontrar nuestro lugar en el mundo. Y a las constelaciones hemos dejado de darles los nombres de nuestras historias. Llegar a la meta exige insistir y, sobre todo, no admitir que acaso podamos fracasar. Mucha preparación, pero también una buena dosis de atrevida ingenuidad, como cuando Jasón fue el primer hombre de la literatura griega que se echó al mar; y no era más que un muchacho. Resulta fundamental no olvidar nunca, como intuyó Alejandro Magno, que a menudo la victoria se debe a una brasa. La brasa con la que tenemos la obligación de prender fuego a nuestros miedos, a nuestras vacilaciones, a nuestras dudas, para dejarlo todo por fin a nuestras espaldas. Incluidas las naves que nos mantienen clavados en tierra, en vez de llevarnos lejos.” (“La medida de los héroes”, Andrea Marcolongo.)