“Por supuesto, yo debía haber dicho honrada y directamente: «Georgie: no te quiero lo bastante como para casarme contigo. Podemos ser amigos y, si quieres, algo más». Mi falta de sinceridad, por desgracia, suscitó una reacción grave y patética. Yo estaba dispuesta a aceptar lo que él quisiera, pero (y esto arroja cierta sombra sobre mi carácter) yo sabía que era muy improbable que él quisiera seguir adelante. Lo que yo no podía prever fue el alcance de mi respuesta esa noche: a partir de entonces él anduvo por terrenos no transitados antes. Sufrió profundamente y emergió aceptándose a sí mismo. Como el Orestes de Racine, su desgracia lo sobrepasó y lo convirtió finalmente en el Borges triunfal, el hombre que descubrió y aceptó su destino.”
Fragmento de “Borges a Contraluz”.