Soy el que soy

Tigres de Arena
29 de marzo del 2016
“Soy el que soy”
“El débil mecanismo de identificación en el comportamiento de las masas contemporáneas nos sorprende una vez más ante las millones de respuestas y expresiones generadas por los atentados terroristas perpetrados en Ankara, Estambul y Bruselas.”
Durante los últimos quince días han perdido la vida más de un centenar de personas en Turquía, Bélgica, Irán y Pakistán por causa de la radicalización de las acciones del movimiento paramilitar llamado “ISIS”. Los atentados que con el paso de los días incrementan en número y grado de violencia, movilizan a los habitantes de Occidente, quienes atónitos reaccionan de diversas formas y externan su reprobación y hastío en contra de un grupúsculo conformado por entes enfermizos cuyo fanatismo ha sido también rechazado por la mayor parte de los practicantes del Islam en todo el mundo.
Desde el primer sanguinario ataque en contra de los caricaturistas del semanario francés “Charlie Hebdo” hasta las explosiones en el corazón de Iraq donde fallecieron más de 30 jóvenes menores de 16 años, los habitantes de este planeta que gozan de acceso a Internet han transformado su identidad una y otra vez, creando redes de solidaridad en atención a las naciones que han sido heridas desde sus entrañas. Cada vez que se suscitan estos ignominiosos actos, los usuarios de las redes sociales lanzan consignas en las que cada individuo se mimetiza y externa ser en su defecto París, Bruselas o el ícono “centroeuropeo” en turno. Para infortunio de estos activistas sus condolencias y opiniones no trascienden, y, sólo nutren el morbo y el ocio de quienes los rodean, permaneciendo siempre un aire de impotencia y pasividad acompañado de la superficialidad e inmediatismo que caracteriza a esta época. No llamo aquí al activismo ni a la confrontación a escala internacional, pero, pienso que toda esta gente que invade el ciberespacio no tardaría mucho en dilucidar que han perdido demasiado tiempo personal en intentar captar la atención de quienes les rodean.
Escribir “#yosoy” y mostrarse ante los demás como un defensor de los derechos universales es una tarea aceptable para un quinceañero que comienza a buscar modelos y arquetipos con los cuales afirmar su propia identidad. Para quienes ya han pasado el primer cuarto de vida y se comienzan a valer por sí mismos, responder a las catástrofes del terrorismo con unos golpes de teclado desde los celulares representa —al menos para mí— un acto de ingenuidad.
Por más seudónimos o calificativos que se le den a la generación “Y”, yo aún tengo muchas expectativas sobre ella. Me enorgullece pertenecer a ésta no obstante los movimientos y las manifestaciones colectivas que la mayoría de las veces carecen de trascendencia. Hace tiempo que pasaron los “tiempos para los jóvenes” y creo que las responsabilidades se deben ganar y pedir con carácter. El único reto por superar es el del letargo y la inautenticidad que ha envuelto a mí y a mis contemporáneos. Aún hay tiempo para corregir y llevar a buen término el cambio generacional que aspira a realizar los ideales de quienes dieron lo mejor de sí por nosotros.