Sobreviviendo con el Mito

“Sobreviviendo con el mito”

05 de diciembre del 2016

Justo en este contexto —cuando el ausente ya no puede afirmar o refutar—, las cofradías de académicos, politólogos, intelectuales y militantes de izquierda y de derecha, se apersonaron tras décadas de silencio y ahora discurren públicamente para imponer una perspectiva al ciudadano común. Mientras vivió y gobernó el comandante la isla, fueron realmente muy pocas las personas que tuvieron la altura tanto para apoyarle como para atacarlo sin necesidad de utilizar situaciones o instituciones; y sí, evidentemente, ninguna figura mexicana tuvo —o tiene— la altura pronunciarse al respecto.
Siempre he admirado a los intelectuales que asumen posturas sin compromisos y que en su discurso mantienen al pasar de los años un nivel mínimo de congruencia; sin embargo, a raíz de las reacciones que detectado entre los círculos intelectuales mexicanos, me doy cuenta que los “opinólogos” de izquierda y de derecha de nuestro país viven satelitalmente la vida política a conveniencia, saltando esporádicamente la mayoría de ellos del bando oficial al ciudadano según lo dicten las legiones que les rinden pleitesía.
Tras realizar una comparación entre los exponentes de la clase “cultivada” de México y los de otros países latinoamericanos, hallo que aún hay una gran distancia entre las vivencias que éstos cosecharon. Mientras que en países como Argentina, Brasil y Chile escritores y pensadores soportaron las atrocidades de dictaduras militares, en México los miembros de la clase intelectual sólo han conocido una “crisis” llamada Partido Revolucionario Institucional —o Acción Nacional entre 2000 y 2012—. De hecho, tengo la impresión de que esta clase vive a la expectativa de hacer su “Primavera Mexicana”, bajo el pretexto de vivir sexenalmente los episodios más oscuros de la historia latinoamericana y con la intención de atraer todas las miradas sobre sí.
Extrañamente, esta clase fragmentada en grupúsculos pregona por la destrucción de mitos y la renovación de las corrientes políticas, empero, en la práctica, lleva a cabo acciones contrarias a sus llamamientos, manteniendo “vivos” a determinados personajes —según ellos— históricos y adhiriéndose a su existencia con el anhelo de pertenecer a la historia que ellos han “escrito”.
La trayectoria de los líderes intelectuales en México sí debe dar un giro pero éste debe darse a partir de la asunción que estos tengan de la figura del Estado en sus vidas. Un ejemplo claro de esto son Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Umberto Eco o el mismo Javier Marías, quienes si bien fueron críticos de los gobiernos de sus países nadie les relaciona irremediablemente a lo que suceda con el fenómeno político de sus naciones; su obra y sus carreras están muy por encima del acontecer político.
En fin, esto dudo que cambié en el futuro próximo, a pesar de resultar mezquino este comportamiento por parte de quienes tienen la responsabilidad de conciliar puntos de vista y “crear” ideologías, creo que aún hay tiempo para que esta generación o la que sigue cambien esta idolatría al mito.