Tribunal Existencial

Tigres de Arena
“Tribunal existencial”
20 de Diciembre del 2016

En su participación semanal en el diario El País, Javier Marías decidió dedicar su reflexión a los grupos de intransigentes e intolerantes que bajo la supuesta defensa de la libertad de expresión y ejercicio abierto de la crítica terminan por originar campañas de odio y desdén hacia cualquier manifestación que “transgreda” su visión del mundo.

Acertadamente, el maestro Marías regresó a estudiar uno de los fenómenos contemporáneos que tanto a él como al desaparecido Umberto Eco llamaron la atención por sus repercusiones públicas; de hecho, séase o no un experto sociólogo o un humanista reconocido, es hasta cierto punto fácil vislumbrar el repugnante tribunal en que se ha tornado el microverso de las redes sociales.

Para el caso nacional ­–donde cada quince días hay una cibernética “Primavera Mexicana-, esto es una obviedad que contamina las relaciones profesionales y de amistad, no es raro ver en los foros de las redes sociales que vínculos de años se rompan a causa de una polémica o un debate sin fondo, donde la visceralidad y la incapacidad de conciliación derivan en escenas dramáticas y enemistades irreparables; todo esto, por la inmadurez de imponer al prójimo una apasionada interpretación de las cosas. Personalmente, la mayoría de los días pienso que México y su sociedad no están listos aún para desarrollar esta clase de convivencia y de apertura dialéctica –en el foro de las redes sociales–, no por su falta de cultura o educación, simplemente por la inestabilidad psíquica o emocional de quienes hacen uso de estos instrumentos de comunicación masiva para desahogar frustraciones existenciales.

En esta era en la que la libertad de expresión se ha “democratizado”, el ciudadano promedio atestigua inmerso en su rutina cotidiana que el tribunal que han instaurado las legiones de inconformes y “revolucionarios” representa un retroceso en cuanto a las formas “aceptadas” de convivencia civilizada. Asimismo, es de llamar mucho la atención que aún y cuando estas personas “a pesar” de la escritura han logrado alzar sus voces, el nivel de los razonamientos que expresan no reflejan estructuración alguna o mucho menos se demuestran una mejoría en el uso del lenguaje. Uno esperaría que de estos diálogos escritos se generarán cambios en los hábitos del mexicano, sin embargo, parece que las circunstancias sobre las cuales se discurre no son lo suficientemente serias para presentar un conjunto de convicciones a través de estructuras argumentativas. Sintéticamente, resulta muy extraño que el ejercicio de escribir no motive al de la crítica razonada.

Finalmente, en virtud de los procesos que avecinan y dado que sus consecuencias abarcarán la totalidad de la dimensión social mexicana, habrá que anticipar una estrategia para mitigar el odio que transmitirán las legiones; sin necesidad de reprimirles creo que se podrá equilibrar la balanza para lograr evitar la disidencia y retroceder aún más como comunidad democrática. Aún hay tiempo para revertir este ambiente.