Tu Rostro Mañana (Citas/fragmentos) (Javier Marías)

1) “Tendemos a pensar que hay un orden oculto que desconocemos y también una trama de la que quisiéramos formar parte consciente, y si de ella vislumbramos un solo episodio que nos da cabida o así lo parece, si percibimos que nos incorpora a su débil rueda un instante, entonces es fácil que ya no sepamos volver a vernos desgajados de esa trama entrevista, parcial, intuida —una figuración—, ya nunca más. Nada peor que buscar el sentido o creer que lo hay. O sí lo habría, aún peor: creer que el sentido de algo, aunque sea del detalle más nimio, dependerá de nosotros o de nuestras acciones, de nuestro propósito o nuestra función, creer que hay voluntad, que hay destino, e incluso una trabajosa combinación de ambos. Creer que no nos debemos enteramente al más errático y desmemoriado, divagatorio y descabezado azar, y que algo consecuente se puede esperar de nosotros en virtud de lo que ya dimos o hicimos, ayer o anteayer. Creer que puede haber en nosotros coherencia y deliberación, como cree el artista que las hay en su obra o el poderoso en sus decisiones, pero sólo una vez que alguien los ha convencido de que sí las hay.

2) “Sigue. Vamos, corre, date prisa, sigue pensando. Pensar una sola cosa, o divisarla, es algo, pero también es apenas nada, una vez asimilada: es haber llegado a lo elemental, a lo cual, es cierto, ni siquiera la mayoría alcanza. Pero lo interesante y difícil, lo que puede valer la pena y lo que más cuesta, es seguir: seguir pensando y seguir mirando más allá de lo necesario, cuando uno tiene la sensación de que ya no hay más que pensar ni nada más que mirar, que la secuencia está completa y que continuar es perder el tiempo. Lo importante está siempre ahí, en el tiempo perdido, en lo gratuito y en lo que parece superfluo, más allá de la raya en la que uno se siente conforme, o bien se fatiga y se rinde, a menudo sin reconocérselo. Allí donde uno diría que ya no puede haber nada. Así que dime qué más, qué más se te ocurre y qué más arguyes, qué más ofreces y qué más tienes. Sigue pensando, corre, no te pares, vamos, sigue’.”

3) “Tal vez sea un sucedáneo de la antigua idea de la omnipresencia de Dios, que con su ojo estaba atento a cada segundo de la vida de cada uno, era muy halagador en el fondo, muy reconfortante pese al elemento implícito de amenaza y castigo, y tres o cuatro generaciones no bastan para que el hombre acepte que su trabajosa existencia transcurre sin que nadie asista ni la contemple nunca, sin que nadie la juzgue ni la desapruebe”

4) “Quién sabe quién nos sustituye y a quién sustituimos nosotros, sólo sabemos que sustituimos y se nos sustituye siempre, en todas las ocasiones y en todas las circunstancias y en cualquier desempeño y en todas partes, en el amor, la amistad, en el empleo y en la influencia, en la dominación, y en el odio que también mañana se cansará de nosotros, o pasado mañana o al otro o al otro.”

5) “No, nadie está obligado a ocuparse del amor que otro le tiene ni aún menos de su abatimiento o despecho, y sin embargo reclamamos atención, comprensión, piedad y aun impunidad por algo que sólo incumbe al que lo experimenta, “Hay que entenderlo”, decimos, “lo está pasando muy mal y por eso maltrata a todos”; o también “Le han hecho daño, está en guerra con la vida porque está destrozado, y en verdad él no podía vivir sin ella”, como si no querer a alguien o dejar de hacerlo fuera algo contra ese alguien, contra el que sí quiere o continúa haciéndolo, una maquinación o una represalia, una decisión para perjudicarlo, cuando justamente jamás es eso.”

6) “Sí, es increíble lo que la gente habla, lo que dice y cuenta y deja escrito, este es un fatigoso mundo de transmisión incesante, y así nacemos con la obra bien avanzada pero condenados a que nunca nada se acabe del todo, y llevamos acumuladas —retumban en nuestras cabezas, indistintas— las voces agotadoras de los incontables siglos, creyéndonos ilusamente que algunos pensamientos e historias son nuevos, jamás oídos ni leídos, cómo podría ser, si la gente no ha parado de contar irremediablemente desde que tuvo el habla y todo lo suelta más pronto o más tarde, lo interesante y lo fútil, lo privado y lo publico, lo íntimo y lo superfluo, lo que debería permanecer oculto y lo que ha de ser difundido, la pena y las alegrías y el resentimiento, las certezas y las conjeturas, lo imaginario y lo acontecido, las persuasiones y las sospechas, los agravios y la adoración y los planes para la venganza, las proezas y las humillaciones, lo que nos enorgullece y lo que nos avergüenza, lo que parecía un secreto y lo que pedía serlo, lo consabido y lo inconfesable y lo horroroso y lo manifiesto, lo sustancial —el enamoramiento— y lo insignificante “—el enamoramiento—. Sin pensárselo dos veces, va y lo cuenta.”

7) “Todo puede ser deformado, torcido, anulado, borrado, si uno ha sido ya sentenciado sabiéndolo o sin saberlo, y si uno ni siquiera lo sabe entonces está inerme, perdido’. Y también había dictaminado, o juzgado: ‘Y así hoy nadie quiere enterarse de lo que ve ni de lo que pasa ni de lo que en el fondo sabe, de lo que ya se intuye que será inestable y movible o será incluso nada, o en un sentido no habrá sido. Nadie está dispuesto por tanto a saber con certeza nada, porque las certezas se han abolido, como si estuvieran apestadas. Y así nos va, y así va el mundo’.”

Así empieza lo malo (Citas/fragmentos) (Javier Marías)

1) “Nos afanamos por conquistar las cosas sin pensar, en el ahínco, que jamás estarán seguras, que rara vez perseveran y son siempre susceptibles de pérdida, nada está nunca ganado eternamente, a menudo libramos batallas o urdimos maquinaciones o contamos mentiras, incurrimos en bajezas o cometemos traiciones o propiciamos crímenes sin recordar que lo que obtengamos puede no ser duradero (es un viejísimo defecto de todos, ver como final el presente y olvidar que es transitorio, por fuerza y desesperantemente), y que las batallas y maquinaciones, las mentiras y bajezas y traiciones y crímenes se nos aparecerán como baldíos una vez anulado o agotado su efecto, o aún peor, como superfluos: nada habría sido diferente si nos los hubiéramos ahorrado, cuánto denuedo inservible, qué malgasto y desperdicio. Nos guiamos por la malvada prisa y nos entregamos a la venenosa impaciencia, como le oí decir en una ocasión a Muriel, sin saber si citaba a alguien. No alcanzamos a ver más allá del mañana y lo vemos como el término del tiempo, lo mismo que si fuéramos niños de corta edad, que creen que la momentánea ausencia de la madre es definitiva e irreversible, un abandono en toda regla; que si “que si tienen hambre o sed y no les ponen inmediato remedio las padecerán ya para siempre; que si se hacen un rasguño ese dolor no acabará nunca, ni siquiera adivinan la costra; que si se sienten protegidos y a resguardo eso no sufrirá variaciones durante el resto de su vida, el cual tan sólo conciben de día en día o de hora en hora o de cinco en cinco minutos. No cambiamos mucho, en ese aspecto, cuando somos adultos, ni cuando somos viejos y ese resto se acorta. El pasado no cuenta, es tiempo expirado y negado, es tiempo de error o de ingenuidad e insipiencia y acaba por ser tiempo digno de lástima, lo que lo invalida y envuelve es a la postre esta idea: «Qué poco sabíamos, qué tontos fuimos, qué inocentes, ignorábamos lo que nos aguardaba y ahora estamos al tanto». Y en ese saber de ahora somos incapaces de tener en cuenta que mañana sabremos otra cosa distinta y el hoy nos parecerá igual de tonto que el ayer y el anteayer y que el día en que nos arrojaron al mundo, o quizá fue en plena noche bajo esa luna desdeñosa y harta “Vamos de engaño en engaño y no nos engañamos al respecto, y aun así, a cada instante, el último lo damos por cierto.”

2)“Así empieza lo malo y lo peor queda atrás», eso es lo que dice la cita de Shakespeare que Muriel había parafraseado para referirse al beneficio o la conveniencia, al perjuicio comparativamente menor, de renunciar a saber lo que no se puede saber, de sustraerse al vaivén de lo que se nos va contando a lo largo de la vida entera, y es tanto más que lo que vivimos y presenciamos y aun esto nos parece a veces contado, a medida que se nos aleja con el transcurrir del tiempo y se tizna, o se nos difumina con el tictac de los días o se nos empaña; a medida que las lunas le arrojan su vaho y los años su polvo, y no es que entonces empecemos a dudar de su existencia (aunque en ocasiones sí lleguemos a hacerlo), sino que pierde su colorido y sus magnitudes se empequeñecen. Lo que importó ya no importa o muy poco, y para ese poco hay que hacer un esfuerzo; lo que resultó crucial se revela indiferente, y aquello que nos desgarró la vida se nos aparece como una niñería, una exageración, una tontería.”

Miniatura

“Siempre veremos la negra espalda”
Por: Isidro Acevedo
07 de abril del 2017

Javier Marías Franco desde la recepción del premio Rómulo Gallegos por su novela “Mañana en la batalla piensa en mí” (1994), se erigió como uno de los líderes literarios de su generación, renovando la tradición literaria española a partir de la asunción crítica que hizo de la España en la que azarosamente se ha desenvuelto. Ilustre discípulo del ingeniero Juan Benet, Marías sin haberlo planeado fue construyendo consistentemente su identidad como narrador, a partir de esa necesidad de contar aquellas cosas que permanecen en la oscuridad del tiempo subjetivo, no por desdén ni falta de sensibilidad de hombre, sino por la imposibilidad de captar la totalidad de lo que acaece. Inmerso en esa dimensión en la que los seres humanos se desprenden de los fingimientos, Marías ha descrito y narrado durante toda su carrera situaciones y digresiones que descubren la naturaleza egoísta –sin ser esto moralmente reprobable- de la especie.
En la extensión de sus 12 novelas publicadas, Marías Franco delinea cada sentimiento, cada pasión, cada impulso y cada móvil que define la historia particular de quienes viven al margen del conflicto entre el hombre y la onírica ficción del Poder. A través de personajes y protagonistas que renuncian en los momentos más aciagos a su circunstancia y a sus convicciones, la proeza de existir en un mundo impulsado por la subordinación a los instintos lleva inconscientemente al lector a cuestionar su propio devenir en la cotidianeidad.
Durante los casi 20 años que ya han transcurrido de este siglo XXI, la literatura hispana ha tomado una dirección diferente y ha dejado atrás ese compromiso mediante el cual pudo superar sus horas más oscuras. Ahora que el hombre contemporáneo no tiene otro desafío más que el de definirse en torno al Otro, las escenas y ficciones concebidas por Javier Marías originan en quien las lee la sensación de angustia y ansiedad por saberse indefensos ante la aleatoriedad del destino personal.
Hombre ilustrado, sensato y de gran sentido común, Javier Marías junto con su obra estará siempre allí para recordarnos las direcciones en que mira Jano; una, aquella que nos permite mirar nuestros anhelos, los amores inanimados y las traiciones que deambulan entre sueños; en la otra, al Tiempo y su negra espalda, la que no nos atrevemos a mirar pero que estamos condenados a contemplar; mientras llega ese día, sigamos leyendo la obra del futuro premio Nobel de nuestra lengua y abracemos la oportunidad de continuar “viviendo” las ficciones que nos ha legado.

Colin Powell’s 13 rules of leadership

13 Rules of Leadership
First printed in the August 13, 1989 issue of Parade magazine,these are Colin Powell’s 13 Rules of Leadership.

1. It ain’t as bad as you think.
2. Get mad, then get over it.
3. Avoid having your ego so close to your position that when your position falls, your ego goes with it.
4. It can be done.
5. Be careful what you choose. You may get it.
6. Don’t let adverse facts stand in the way of a good decision.
7. You can’t make someone else’s choices.
8. Check small things.
9. Share credit.
10. Remain calm. Be kind.
11. Have a vision.
12. Don’t take counsel of your fears or naysayers.
13. Perpetual optimism is a force multiplier.

Revolución y Claudicación

Tigres de Arena
“Revolución y Claudicación”
09 de Enero del 2017

Como una constante del actual sexenio, las legiones de revolucionarios y defensores de la libertad —mismos que llevan un decenio combatiendo cibernéticamente al régimen en turno— se han volcado una vez más a deponer al actual mandatario de nuestro país, aparentemente, por causa de las medidas tomadas para liberalizar el precio de la gasolina. Tras anunciarse esta medida, los “expertos” dedicados al estudio del fenómeno político-económico inundaron con inusitada rapidez el microcosmos de las redes sociales con sus brillantes tesis sobre lo que el Gobierno de la República debería estar haciendo, aunado a esto, tendenciosamente se difundieron a la par —por enésima vez— llamamientos a la “disidencia pacífica” y al “despertar social”.
Personalmente, nunca he hecho mucho caso a la realidad que muestran las redes sociales, por ende, rara vez me distraigo en discutir o debatir lo que debería de imperar socialmente en México; sin embargo, en esta ocasión sí decidí detenerme, puesto que el contenido de los pocos mensajes y exhortos que me permití abstraer francamente me decepcionaron y me “motivaron” a ser empático con el inconforme y “despierto” promedio.
En primer lugar, me impresiona ver la cantidad de gente que fervorosamente se adhiere a estos llamados y que busca “poner su granito de arena” difundiendo tanto noticias falsas como presuntos eventos o sucesos “censurados” por el régimen. A diario, la saturación con imágenes y sonidos alusivos a la imaginaria “revolución silenciosa” colapsa los espacios de las diversas plataformas de convivencia virtual; ello, ha provocado que las minorías compuestas por los usuarios interesados sólo en ponerse en contacto con algún familiar o amigo, prefieran abandonar la utilización de estas herramientas y regresen a los viejos medios de comunicación privados.
Por otro lado, decenas de miles de personajes que se dicen apolíticos y ajenos al ejercicio del poder público están ahora concentrados en la producción de mensajes “virales”, incitando a una “primavera mexicana” cuando no hay condiciones ni existe un contexto análogo al de los movimientos acaecidos en el Medio Oriente. De hecho, más allá de todos los males que sus detractores le adjudiquen al Partido Revolucionario Institucional, los llamados a la disidencia y al “despertar” de una sociedad que se dice está reprimida —en este caso por lo menos— representan desde mi perspectiva ataques en contra de las formas democráticas de organización. No se debe olvidar que toda revolución en realidad es una regresión a un estadio ya superado. Insisto, no es en este momento sino en el de las elecciones en el que todo ese cúmulo de sueños, pasiones, indignaciones o bien frustraciones deben manifestarse y motivar a que de verdad una mayoría elija a su clase gobernante. Desgraciadamente en México se sigue permitiendo el arribo al ejercicio del poder por principio de exclusión y no de legitimación; aunque duela, se debe reconocer que todos somos en algo culpables por haber desdeñado la posibilidad de formar gobernantes a la altura de nuestras expectativas. De acuerdo a mi lectura de la realidad, yo no creo que este PRI se pueda comparar al de los años setenta o al del 88, de hecho, creo que los “jóvenes” que encabezan el gobierno federal se han dado cuenta —tardíamente— que la República Mexicana representa un fenómeno mucho más complejo que las pequeñas entidades que controlaban; al final, la realidad de esta nación les alcanzó y les rebasó.
Por último, debo reiterar mi inconformidad para con mis cogeneracionales —y como he hecho en anteriores entregas—-, pues, es de llamar la atención la postura de la generación “Y”, ya que ésta se aferra a salvar su oscura década perdida participando de esta engañosa oportunidad que ofrece reconfigurar el sistema político vigente. Encuentro penoso que las ilusiones adánicas sesguen el juicio de este colectivo, su falta de identidad y de arraigo le mantienen como un sector muy manipulable. Esta generación tiene aún como gran reto el aceptar la agonía de descubrirse finitos, inauténticos e intrascendentes, así como aceptar que no se puede escribir la Historia deseando no pertenecer a ella. De no abandonar su minoría de edad, esta generación está lista para dejar un hueco en el curso de la modernidad, ojalá que no suceda así.

2017: Elección sin Convicción

Tigres de Arena
“2017: Elección sin Convicción”
03 de enero del 2017

De manera atípica, este sexenio ha arrojado escenarios y experiencias únicas en el ámbito político y principalmente se ha modificado el comportamiento tanto de actores como simpatizantes de las diversas corrientes políticas que predominan en nuestro sistema. Cómicamente, desde inicios del sexenio se hablaba ya de los posibles sucesores del actual presidente, así como de los candidatos emergentes que traían bajo su brazo sus respectivos proyectos de Nación.
En el marco de este reconfigurado “campo” político, el año 2017 será el paréntesis temporal durante el cual de gestarán los hechos capitales del 2018. Si bien las campañas presidenciales se abrirán a finales de éste, la realidad nos señala que ya algunos entes se han adelantado en esta carrera, y, más de uno se ha enredado porque no logra encarnar o enarbolar los ideales de la masa crítica que está pasando por una transición generacional. La generación de actores políticos que hoy busca convencer con sus respectivos proyectos de nación, a la fecha, no logra “enganchar” a la desidiosa “generación del milenio” cuyo horizonte se termina en el umbral de sus dormitorios.
Personalmente, nunca he esperado nada de quienes aspiran a asumir funciones y atribuciones en cualesquier de los poderes públicos, sin embargo, en este particular episodio que se está delineando, encuentro que una de las claves que definirá el avenir presidencial emanará de la asunción política que tengan los miembros de la multicitada generación “Y”. No obstante resulte obvio lo que he mencionado, el tiempo sigue corriendo y no surgen nuevos discursos o voces que marquen o distingan a este grupo de individuos. Por más que se haya aplazado el momento de decidir cómo participar en la vida pública de este país, al menos para las próximas dos elecciones presidenciales esta generación representa la “mayoría” de los intereses del pueblo.
Asimismo, yo coincido con los pocos “optimistas” que consideran que vivimos en Occidente la mejor de las épocas posibles. Especialmente en México, pienso que es irrisorio y ridículo que en lugar de seguir una inercia hacia el fortalecimiento de la democracia y las instituciones, las nuevas generaciones se muestren reacias a contribuir en los asuntos del Estado. Aunado a esto, también considero peligroso que las juventudes se decanten por supuestas revoluciones que no buscan más que provocar un retroceso en todas las latitudes. Sea de derecha o de izquierda, cualquier discurso “revolucionario” o “contestario” resulta tanto anacrónico como inoperante en este contexto en el cual las bases democráticas de la civilización occidental se han visto gravemente lastimadas.
Este año, el gran reto para quienes se han mantenido al margen de los asuntos de la nación, versa en proyectar si formarán o no parte de la historia política; esto, no significa tomar las armas, participar en alguna revolución pacífica o buscar alterar el sistema, esto, significa asumirse como entes activos en un gran escenario en el cual cada pensamiento, cada manifiesto y cada posicionamiento tendrá efectos magnificados, para bien o para mal.
Me gusta que inicie un nuevo año, éste en particular me entusiasma en demasía, yo creo que las cosas mejorarán y esto se dará en parte por lo que haga cada quien desde sus respectivas actividades. En mi caso, me abstendré de pelear contra figuras hierofánicas o de fomentar odio entre mis símiles, no me queda más que llevar a la práctica lo que por aquí he dicho durante casi un año. Sé que será un gran 2017 y espero que más contemporáneos compartan mi visión.

“¿Dónde están los treintañeros?”

Los Tigres de Arena
“¿Dónde están los treintañeros?”
26 de Diciembre del 2016.

Se cierra un año calendario más y los ciudadanos de la era de la globalización proyectan el 2017 con un optimismo cauto, en virtud del envilecido comportamiento político que se manifestó en las principales civilizaciones de Occidente. Más allá del oscuro panorama que se vislumbra, el ciudadano contemporáneo –especialmente aquel sobre cuyos hombros se empieza a sentir el cambio generacional- tiene ante sí la gran oportunidad de “tangibilizar” los anhelos al margen de los cuales se formó; ante sí, tiene la gran responsabilidad de decidir si esta época ha de sostenerse sobre los sueños de sus padres o si es momento de rehacer, retroceder y recomenzar.

En el caso mexicano, 2017 trae consigo el inicio de la carrera presidencial, sin embargo, en comparación con otros periodos de transición democrática, el periodo que se avecina para México se presenta como un fenómeno complejo caracterizado por la ausencia de liderazgos políticos e intelectuales que convenzan al habitante promedio a tomar una postura, o bien, el instarlo a ejercer a conciencia su derecho al voto. Por primera vez en mucho tiempo el desdén, la desidia y la desolación, se han colocado como factores de cohesión entre el electorado, mismo que ya anticipa expresar su hastío a través de la abstención y los ataques en contra de la clase política postulante.

Asimismo, esta nueva transición democrática tiene como protagonista a la generación “Y” o “del Milenio”, puesto que algunos miembros de ésta aspiran a iniciar sus carreras en el sistema de gubernativo –desde cualquier de los tres Poderes de la Unión-, convirtiéndose en los rostros y representantes de una legión que se mantiene dubitativa y extraña de lo que implica participar en la vida pública. Sintéticamente, esta generación de hombres y mujeres entre 25 y 35 años se han “descubierto” a sí mismos al comenzar a razonar e interpretar lo que vivir en un Estado implica. En este sentido, en la realidad inmediata –al menos en la que yo percibo- se muestran los integrantes de esta generación con una actitud inerme y pasiva sobre lo que viene. También, aún y respetando la postura de aquellos que no desean saber sobre el sistema político, es de notar que los entes menos capaces y de pobre formación poco a poco han ido encontrando refugio en las estructuras partidistas y en rincones de la administración pública; peligrosamente, el auge de los leguleyos y los ambiciosos amenaza con deteriorar más la relación entre el gobierno y la población.

Pase lo que pase durante el próximo año, estaré a la expectativa de lo que mis contemporáneos se propongan hacer o no hacer, mantengo la fe en que sabrán decidir correctamente y de manera inteligente asumirán el reto de su tiempo. El futuro les ha alcanzado y el gran escenario espera por el acto principal del cual son inminentes protagonistas.

Tribunal Existencial

Tigres de Arena
“Tribunal existencial”
20 de Diciembre del 2016

En su participación semanal en el diario El País, Javier Marías decidió dedicar su reflexión a los grupos de intransigentes e intolerantes que bajo la supuesta defensa de la libertad de expresión y ejercicio abierto de la crítica terminan por originar campañas de odio y desdén hacia cualquier manifestación que “transgreda” su visión del mundo.

Acertadamente, el maestro Marías regresó a estudiar uno de los fenómenos contemporáneos que tanto a él como al desaparecido Umberto Eco llamaron la atención por sus repercusiones públicas; de hecho, séase o no un experto sociólogo o un humanista reconocido, es hasta cierto punto fácil vislumbrar el repugnante tribunal en que se ha tornado el microverso de las redes sociales.

Para el caso nacional ­–donde cada quince días hay una cibernética “Primavera Mexicana-, esto es una obviedad que contamina las relaciones profesionales y de amistad, no es raro ver en los foros de las redes sociales que vínculos de años se rompan a causa de una polémica o un debate sin fondo, donde la visceralidad y la incapacidad de conciliación derivan en escenas dramáticas y enemistades irreparables; todo esto, por la inmadurez de imponer al prójimo una apasionada interpretación de las cosas. Personalmente, la mayoría de los días pienso que México y su sociedad no están listos aún para desarrollar esta clase de convivencia y de apertura dialéctica –en el foro de las redes sociales–, no por su falta de cultura o educación, simplemente por la inestabilidad psíquica o emocional de quienes hacen uso de estos instrumentos de comunicación masiva para desahogar frustraciones existenciales.

En esta era en la que la libertad de expresión se ha “democratizado”, el ciudadano promedio atestigua inmerso en su rutina cotidiana que el tribunal que han instaurado las legiones de inconformes y “revolucionarios” representa un retroceso en cuanto a las formas “aceptadas” de convivencia civilizada. Asimismo, es de llamar mucho la atención que aún y cuando estas personas “a pesar” de la escritura han logrado alzar sus voces, el nivel de los razonamientos que expresan no reflejan estructuración alguna o mucho menos se demuestran una mejoría en el uso del lenguaje. Uno esperaría que de estos diálogos escritos se generarán cambios en los hábitos del mexicano, sin embargo, parece que las circunstancias sobre las cuales se discurre no son lo suficientemente serias para presentar un conjunto de convicciones a través de estructuras argumentativas. Sintéticamente, resulta muy extraño que el ejercicio de escribir no motive al de la crítica razonada.

Finalmente, en virtud de los procesos que avecinan y dado que sus consecuencias abarcarán la totalidad de la dimensión social mexicana, habrá que anticipar una estrategia para mitigar el odio que transmitirán las legiones; sin necesidad de reprimirles creo que se podrá equilibrar la balanza para lograr evitar la disidencia y retroceder aún más como comunidad democrática. Aún hay tiempo para revertir este ambiente.

¡Hasta pronto, maestro Tovar y de Teresa!

Tigres de Arena
“¡Hasta pronto, maestro Tovar y de Teresa!”
12 de diciembre del 2016

La mañana del pasado sábado se recibió con la triste noticia del fallecimiento de uno de los personajes más importantes de la vida cultural de México, el licenciado Rafael Tovar y de Teresa, insigne diplomático y servidor público que ubicó a la ahora Secretaría de Cultura en niveles de excelencia y de ejemplaridad.

En la vida política de un país se recuerdan a los presidentes o los grandes secretarios de Estado, estas personas suelen ascender a una especie de Elíseo derivado de los grandes aciertos y decisiones que tomaron mientras ejercieron el poder público. Si bien en México la mayoría de los reflectores están encima del Presidente de la República o el Secretario de Gobernación, en tiempos modernos el desarrollo del fenómeno cultural en cuanto política pública ha tomado gran relevancia e importancia para la población. En este contexto, la obra de Rafael Tovar y de Teresa como hombre de instituciones representa un antes y un después en la vida de nuestra nación ya que materializó ideas de gran envergadura y que hoy son estandartes de la difusión cultural mexicana hacia el exterior.

Gracias a Rafael Tovar y de Teresa y su visión se consiguió institucionalizar y estructurar a los diversos gremios artísticos, así como establecer una prospección y directriz para encauzar el desarrollo cultural de nuestro país. Este ilustre personaje pudo concebir un programa político-cultural que terminó por atender las necesidades más apremiantes de un sector que históricamente había vivido al margen del Estado.

Su carrera será irreplicable y se mantendrá como un arquetipo para quienes decidan enfocar sus esfuerzos en promover y fomentar las artes. Ahora que el fenómeno cultural se ha elevado a política de estado, los entes que aspiren a ocupar cargos en instancias culturales públicas tienen en la figura que deja Rafael Tovar y de Teresa un extraordinario modelo y ejemplo de vocación y devoción por la cultura mexicana.

No queda más que honrar la memoria del licenciado Tovar y de Teresa procurando mantener vivos sus ideales; la vida cultural de nuestro país estará siempre ligada a su nombre –para bien–, que su intelecto y su luz sigan guiando a los mexicanos que han consagrado sus vidas a la cultura y las artes.

Sobreviviendo con el Mito

“Sobreviviendo con el mito”

05 de diciembre del 2016

Justo en este contexto —cuando el ausente ya no puede afirmar o refutar—, las cofradías de académicos, politólogos, intelectuales y militantes de izquierda y de derecha, se apersonaron tras décadas de silencio y ahora discurren públicamente para imponer una perspectiva al ciudadano común. Mientras vivió y gobernó el comandante la isla, fueron realmente muy pocas las personas que tuvieron la altura tanto para apoyarle como para atacarlo sin necesidad de utilizar situaciones o instituciones; y sí, evidentemente, ninguna figura mexicana tuvo —o tiene— la altura pronunciarse al respecto.
Siempre he admirado a los intelectuales que asumen posturas sin compromisos y que en su discurso mantienen al pasar de los años un nivel mínimo de congruencia; sin embargo, a raíz de las reacciones que detectado entre los círculos intelectuales mexicanos, me doy cuenta que los “opinólogos” de izquierda y de derecha de nuestro país viven satelitalmente la vida política a conveniencia, saltando esporádicamente la mayoría de ellos del bando oficial al ciudadano según lo dicten las legiones que les rinden pleitesía.
Tras realizar una comparación entre los exponentes de la clase “cultivada” de México y los de otros países latinoamericanos, hallo que aún hay una gran distancia entre las vivencias que éstos cosecharon. Mientras que en países como Argentina, Brasil y Chile escritores y pensadores soportaron las atrocidades de dictaduras militares, en México los miembros de la clase intelectual sólo han conocido una “crisis” llamada Partido Revolucionario Institucional —o Acción Nacional entre 2000 y 2012—. De hecho, tengo la impresión de que esta clase vive a la expectativa de hacer su “Primavera Mexicana”, bajo el pretexto de vivir sexenalmente los episodios más oscuros de la historia latinoamericana y con la intención de atraer todas las miradas sobre sí.
Extrañamente, esta clase fragmentada en grupúsculos pregona por la destrucción de mitos y la renovación de las corrientes políticas, empero, en la práctica, lleva a cabo acciones contrarias a sus llamamientos, manteniendo “vivos” a determinados personajes —según ellos— históricos y adhiriéndose a su existencia con el anhelo de pertenecer a la historia que ellos han “escrito”.
La trayectoria de los líderes intelectuales en México sí debe dar un giro pero éste debe darse a partir de la asunción que estos tengan de la figura del Estado en sus vidas. Un ejemplo claro de esto son Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Umberto Eco o el mismo Javier Marías, quienes si bien fueron críticos de los gobiernos de sus países nadie les relaciona irremediablemente a lo que suceda con el fenómeno político de sus naciones; su obra y sus carreras están muy por encima del acontecer político.
En fin, esto dudo que cambié en el futuro próximo, a pesar de resultar mezquino este comportamiento por parte de quienes tienen la responsabilidad de conciliar puntos de vista y “crear” ideologías, creo que aún hay tiempo para que esta generación o la que sigue cambien esta idolatría al mito.