¡Hasta siempre, siglo XX!

Tigres de Arena

28 de noviembre del 2016

“¡Hasta siempre, siglo XX!”

“Para el caso cubano, el lugar que le deparará la historia a Fidel Castro tardará en definirse allende las corrientes que dediquen su tiempo al esclarecimiento y reivindicación de sus acciones. “

Si Hannah Arendt hubiera alcanzado esta época seguramente habría dedicado algún texto para estudiar el fenómeno político en que se convirtió Fidel Castro Ruz. Ya fallecido el líder de la Revolución Cubana, hordas de oportunistas tanto de izquierda como de derecha se han aglomerado para lanzar el apunte más original o polémico en torno a alguien que únicamente conocieron virtualmente.
Es importante recordar que la Historia escrita tradicionalmente se ha enfocado en la evolución del ejercicio del Poder y el desarrollo de las naciones. Según el alcance de su visión, el ser humano ha fragmentado el pasado y le ha estudiado con la ingenua intención de descubrir su propio rostro y el motivo último de su existencia. Con base en este ejercicio, las diferentes escuelas han dilucidado interpretaciones del devenir del hombre en sociedad y de su vida en ésta. Así, de acuerdo a las doctrinas filosóficas y al avance dialéctico del pensamiento humano, el hombre moderno se ha narrado a sí mismo sus aciertos y sus errores, enalteciendo unos y otros según su conveniencia. Bajo esta dinámica, la grandeza o bajeza de algunos personajes históricos se ha visto construida de acuerdo a las necesidades de sus respectivos pueblos. Para el caso cubano, el lugar que le deparará la historia a Fidel Castro tardará en definirse allende las corrientes que dediquen su tiempo al esclarecimiento y reivindicación de sus acciones.
Por otro lado, anticipo un nuevo orden político mundial, es una extraña casualidad que en un mismo año y con tan poco tiempo de diferencia haya surgido un cisma como Donald Trump y se acerque el fin del sueño socialista en América Latina. Los ideales que encarnó el inteligente señor Castro Ruz marcaron a una generación comprometida que soñó con el fin de la desigualdad y la emancipación del latinoamericano, empero, en la práctica demostró que no sólo basta el ímpetu y el coraje para realizarlos.
El único hecho que yo puedo refrendar u obviar, es, que con la muerte de Fidel Castro Ruz se cierra una época en la historia política de Occidente. Inclusive, podría afirmar que el comandante Castro se encuentra entre los cinco personajes más importantes del siglo XX debido a la gran influencia que ejerció en América y en los doctrinarios del marxismo-leninismo a nivel mundial. Esto, se dio evidentemente con sus claroscuros y los historiadores se dedicarán a estudiar y elevar la vida pública de Castro Ruz a objeto de conocimiento; inclusive, para algunos significará el escribir la condena o la absolución de este personaje. Suceda una u otra cosa, espero que estos testimonios se conviertan en luces que guíen al latinoamericano a perder su minoría de edad y consiga finalmente afianzarse como un ciudadano autónomo de la civilización de Occidente.
Habiendo despedido simbólicamente el siglo XX, lo único que me resta es depositar mi esperanza en el que vivimos, augurando que los mejores tiempos están aún por venir, ojalá no me equivoque.

Fuerza sin Poder; Poder sin Fuerza

Los Tigres de Arena

21 de noviembre del 2016

“Fuerza sin Poder; Poder sin Fuerza”.

“…las figuras en el Poder que buscan la presidencia no tienen la fuerza ni la legitimidad para promover la concordia entre los habitantes de este país.”

En diferentes etapas de mi vida, con diferentes niveles de madurez —emocional e intelectual—, con diversos estadios desde los cuales entender las relaciones humanas, en particular aquellos que se desarrollan en una estructura de organización —sea ésta privada o pública—, he dedicado bastantes horas a la reflexión en torno a la evolución que han tenido los liderazgos políticos a nivel estatal y nacional durante los últimos 12 años. A pesar de haber vivido casi ya dos décadas del anhelado futuro soñado por la generación revolucionaria y estudiantil —ese futuro que no permite aún distinguir entre una y otra “época”—, he conseguido discernir algunas nociones que hoy me mantienen al margen del fervor o de sentir simpatía alguna hacia una figura política sin importar su nivel político o jerárquico.

Primeramente, hago retrospectiva, y puedo decir que “he visto pasar” 4 presidentes de la república, 8 gobernadores (Michoacán) y creo que a 4 presidentes municipales (Morelia). Este grupo selecto de personas, a las cuales he interpretado a varias distancias, han sido responsables del devenir económico y cultural de millones de personas; algunas, con carreras destacables y logros que permanecen; otras, deleznables mas interesantes como objeto de estudio para buscar a través de alguna “ciencia humana”, el impulso que los llevó a ocupar lugares de tan alta responsabilidad y que exigen una preparación muy especial. Como rasgo en común, estos personajes en sus carreras tuvieron —la mayoría de ellos— la gran fortuna de dejar “varados” a los mejores “especímenes” de su tiempo en la lucha por el Poder, varios de estos personajes lograron deshacerse de personas más inteligentes, más capaces, y tal vez, más honestas y leales, para obtener la oportunidad de ejercer el poder público y buscar probablemente un reconocimiento efímero de sus coetáneos. Asimismo, los miembros de esta “élite” lograron legitimarse mediante acuerdos y pactos entre diferentes corrientes políticas y grupos de gran influencia financiera, mermando su capacidad de ejercicio, pues siempre antepusieron los compromisos de unos pocos a los de la población que los eligió. Así, cíclicamente viene sucediendo cada 3 o 6 años, sin cambiar los colores, los discursos, y mucho menos la calidad de los aspirantes a hacer una vida a partir del servicio público.

En esta “cíclica” realidad política una vez más el ciudadano mexicano promedio comienza a escuchar voces y a eludir la saturación producida por los actores políticos emanados del sistema partidista; esos actores, que a partir de sus propios dichos, son los rostros de la nueva generación y quienes materializarán los idilios de prosperidad esbozados por los ideólogos de este país. Sin embargo, a diferencia de otros ciclos políticos, en el umbral del que está próximo a abrirse, vemos que en la clase política se “adolece” de liderazgos prominentes que se perfilen para llevar sobre sí el destino de México. En ninguno de los partidos políticos existe —desde mi percepción— un solo militante destacado que cubra el perfil que asumirá los retos que debe enfrentar el país a nivel interno y externo. Pero esto, ¿acaso es resultado de la coyuntura reciente?, desde luego que no; que la generación que ahora está en vías de recibir la responsabilidad de llevar el orden social no haya llegado con un nivel aceptable, no es sólo por causa de la falta de visión de los partidos políticos, sino también es consecuencia de la nula cultura política y democrática que se ha tenido. De un día para otro, siempre se espera que emerjan las figuras mesiánicas que habrán de sacar adelante a este pueblo que no acaba de configurar su identidad ni su pasado.

Históricamente, aquellos personajes que han aspirado a convertirse en presidente de la república han venido de desempeñar cargos como secretarios federales, esto, tras haber formado la mayoría de ellos carreras desde la base del sistema político y conociendo casi en su totalidad el funcionamiento de los poderes legislativo y ejecutivo. Sumado a esta condición, los ex presidentes forjaron previo a su ungimiento redes y equipos de trabajo que permitieron cubrir la totalidad del territorio. Ver hoy que una generación de “políticos jóvenes” —o bien podrían ser viejos, da lo mismo— pretenda intuitivamente sacar adelante a 120 millones de mexicanos es más que irrisorio. De igual forma, ninguno de los aspirantes veo que tenga la fuerza, la legitimidad, ni mucho menos la simpatía de una mayoría notoria como para realmente contender por la presidencia.

La construcción de las figuras de Poder lleva mucho tiempo y circunstancias no previstas en su desarrollo; si algo me ha quedado claro al menos durante los últimos diez años, es, que las improvisaciones en el ámbito político sólo llevan a desastres. Agrade o no, el servicio público como el militar tiene justificada su estructuración y sus mecanismos de ascenso. Aún y cuando existan situaciones atípicas en las que gente ajena a este ámbito logran triunfar para acceder a un alto cargo, son muy pocas las que arriban con el sentido común y el equilibrio necesarios para sacar adelante sus obligaciones. En conclusión, las figuras en el Poder que buscan la presidencia no tienen la fuerza ni la legitimidad para promover la concordia entre los habitantes de este país y cuyos niveles de tolerancia han descendido como nunca antes.

Existen allá afuera centenares de actores políticos que creen tener la fuerza y la presencia suficiente por sí mismos como para en cualquier momento ocupar cargos como gubernaturas o senadurías, empero, la realidad política dicta que seguirán sin volver los tiempos de los grandes oradores y los estadistas. La ausencia de “fuerza” en los entes que desean ejercer el poder público marcará el destino de esta generación, y, como siempre, habremos de seguir a la espera de una que no sienta temores ni inseguridades por dirigir símiles.

Elección de la Ficción

Tigres de Arena

16 de noviembre del 2016.

“Elección de la Ficción”

“El triunfo de Donald Trump significó la gran derrota de las encuestadoras y consultoras políticas, así como del ejercicio “anti-ético” de la prensa militante para con la formación del juicio del ciudadano común.”

tEn esta semana que inicia prácticamente “todo se ha dicho” y comentado acerca de los efectos que tendrá la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América. En la vasta extensión del orbe se hicieron presentes millones de “expertos” en política internacional, quienes expresaron una caterva de ideas sobre el fatídico destino que le depara a Occidente a partir de la consumación del triunfo del entonces candidato republicano.

Siendo yo de los “aún sorprendidos” por el cambio que eligieron los habitantes del país más poderoso del mundo, más que dedicarme a esbozar predicciones o diseñar escenarios —ficciones—, he preferido enfocarme en el grave comportamiento que tuvieron las encuestadoras y la prensa militante para con la cobertura de las elecciones y su manejo de la opinión pública.

Por primera vez en mucho tiempo, la realidad política superó a la “literatura periodística” ya que desde el inicio del conteo y cómputo de los votos de esta elección los esquemas “previstos” por consultores, expertos en medios de comunicación e incontables medios militantes se vieron derrumbados por el dominio que tuvo Donald Trump en estados que supuestamente ya “eran un hecho” que serían para el partido Demócrata. En el juego de las encuestas, durante toda la campaña se auguró un supuesto triunfo abrumador de Hillary Clinton, mismo que “esperanzó” a los observadores internacionales hasta la víspera del martes de elección. Narrar lo que siguió sólo sería obviar la realidad, para bien o para mal, Donald Trump —en favor de los sistemas democráticos de gobierno— rompió con los hechizos y la retórica militante, y demostró una vez más que no hay “pactos oscuros” o fuerzas sobrenaturales determinen el avenir.

El triunfo de Donald Trump significó la gran derrota de las encuestadoras y consultoras políticas, así como del ejercicio “anti-ético” de la prensa militante para con la formación del juicio del ciudadano común. Las ficciones, las proyecciones y los fatuos idilios contaminaron el ejercicio profesional del periodismo, dejando una gran inconformidad entre los consumidores de contenidos y entre quienes ya festejaban y vivían una realidad alterna donde sus idealizaciones eran encarnadas por una mujer que no supo leer la realidad ni asumir una posición que inspirase confianza y valentía.

México debe aprender de esta lección; en el umbral de la sucesión presidencial, el electorado debe replantear su postura ante la prensa militante y las empresas que manipulan las imágenes de los actores políticos. De momento, sólo los periodistas pueden definir quién va a ser el mejor futbolista del planeta, hasta ahora la única elección de “importancia” en la que tienen injerencia; de aquí a que esto cambie, los electores tienen la encomienda de elevar sus exigencias y ser más críticos de aquellas personas que se precien de ejercer el periodismo como profesión. Ojalá que el espejismo periodístico que sedujo al pueblo estadounidense no cause las mismas consecuencias en el ámbito mexicano.

Percepciones y Corrupciones

Tigres de Arena

7 de noviembre del 2016

“Percepciones y Corrupciones”.

“…en este tenor, los líderes del PRI y el PAN se han olvidado del debate de las ideas y se han decantado por llenar las expectativas efímeras de las masas.”

En la antesala de lo que la gente interpreta como la “sucesión presidencial”, la contienda entre el PRI y el PAN ha cambiado de dinámica, ya que el debate que desarrollan sus respectivos líderes se ha convertido en una especie de montaje o escena ensayada en la que los diálogos de ambos se agotan rápidamente, encerrándose en una disputa monótona que busca convencer al espectador en turno sobre qué partido político ha efectuado la mayor cantidad de actos de corrupción.

De este “conflicto”, más allá de los notorios y vergonzosos casos de desfalco por parte de ex gobernadores o de conductas contempladas en la legislación penal, me ha llamado mucho la atención que sendos líderes están centrados en obtener la aceptación de la población para con la manera de llevar sus vidas personales, de hecho, ambos personajes hacen uso de sus declaraciones “3 de 3” para demostrar a todo ciudadano que ellos han tenido vidas honorables.

Del anterior “desencuentro” y de las opiniones que confluyen en las conversaciones cotidianas y las redes sociales, destaco el extraño criterio a partir del cual gran parte de los entes que conforman la clase política buscan moldear su imagen pública. En este tenor, los líderes del PRI y el PAN se han olvidado del debate de las ideas y se han decantado por llenar las expectativas efímeras de las masas.

En cuanto al sempiterno fenómeno de la “corrupción”, huelga decir que es el gran problema de la cultura mexicana y que ha deteriorado las relaciones humanas tanto en el sector público como en el privado; se “cuentan con los dedos de la mano” a los pocos mexicanos que no han tenido que recurrir a alguna variante de este fenómeno para llevar a cabo algún proyecto o resolver un problema. Aunado a lo anterior, también resulta penoso o cómico que en lugar de aplicar la ley y permitir que los órganos jurisdiccionales resuelvan los crímenes relacionados con la corrupción, emerjan actores que proponen inventar sistemas o mecanismos que “curen” de una vez por todas de este mal a los habitantes de este país. Sin embargo, olvidan que la semilla de la corrupción proviene de la esfera de la volición y es una decisión íntima; de hecho, quien se deja corromper lo hace a conciencia y hasta la fecha —al menos yo— no conozco de un acto de corrupción impuesto.

De igual forma, debe tomarse en cuenta cómo juega la percepción que tiene el ciudadano promedio de sus líderes políticos pues la mayoría de las veces los desencuentros ideológicos descienden al nivel de discutir sobre la moral de los “ricos y los “pobres”; esto lo comento porque me sorprendió que al líder del PAN se le cuestionara sobre llevar “una vida de rico”. Claro, sea cual fuere el caso, entiendo que se cuestiona el origen de esos ingresos, empero, pienso que antes de atacarse un problema como la corrupción y sus efectos, primero habría de superarse ese padecimiento social y cultural que lleva al mexicano a sugestionarse a partir de su posición socioeconómica. En lo personal, no me importa si “mi” clase política ha sido rica o pobre, sólo me interesa que sea inteligente o que al menos sepa leer o hablar en público.

Por último, espero que los partidos políticos y sus dirigentes eleven su nivel de confrontación conforme se acerque el momento de conocer a los aspirantes presidenciales; por lo pronto, será mejor que se retraigan o reformulen sus estrategias ya que el único común denominador tangible es el desdén que hay por parte de la población hacia las instituciones partidarias. Por el bien de la cultura democrática esto debe cambiarse.

Presidencia a la fuerza

Tigres de Arena
31 de Octubre del 2016
“Presidencia a la fuerza”

“España y sus habitantes tendrán que ser autocríticos y buscar maneras de mantener y fortalecer este aún nuevo estilo de vida político que muchos sacrificios les costó.”

Aunque una gran sector de la población mexicana piensa a diario que padece el peor de los sistemas políticos existentes o que las peores tragedias en la historia de la democracia han sucedido en México, intempestivamente surgen “ejemplos” en otras demarcaciones de Occidente donde se suscitan fenómenos inéditos y que me hacen decir con estupefacción: “bueno, parece que no estamos tan mal”. Este fin de semana, el suceso que me “arrancó” esta expresión, fue la sesión de investidura celebrada por el Congreso español y que tras más de 300 días sin presidente del Gobierno finalmente se “decantó”—agotando todos los presupuestos legales y obteniendo las abstenciones de los diputados del PSOE— por la ratificación del señor Mariano Rajoy.

Desde que en diciembre del año pasado comenzaron todas las “hostilidades” políticas en España se preveía que sería una elección atípica, ya que se contemplaba que por primera vez no habría una mayoría absoluta en el Congreso y que por ende esto significaría que las facciones partidistas tendrían la responsabilidad de negociar a quien fuese el presidente del Gobierno. Sumado a esto el fenómeno —¿meteorológico?— de Podemos en vísperas de aquella primera elección puso en una disyuntiva al electorado español —principalmente a la ingenua generación del milenio—, con sus renovadas e inéditas estrategias que por momentos atraparon a más de un español y que afortunadamente en un corto periodo de tiempo les dio la oportunidad de aprender en la práctica lo que es la demagogia. No obstante lo anterior, habiendo transcurrido casi un año sin un depositario del poder ejecutivo por causa de —o a pesar de— las vías democráticas de elección, sorpresivamente el ejercicio de la democracia quedó subyugado a los artificios de una minoría.

Si bien me encuentro hasta cierto punto “alienado” de la realidad política española, el hecho en concreto de percibir e interpretar los giros que tuvo la trama de la lucha por el poder entre la clase política de ese país, considero que sí puedo juzgar la entereza y la paciencia que tuvo el señor Rajoy para cumplir —caprichosamente— lo que en alguna reunión allá por inicios del 2016 le auguró a Barack Obama en cuanto a la convocatoria de nuevas elecciones y su entonces potencial permanencia en el Poder.

De este hito destaco que pudo haberse solucionado la “maraña electoral” si se hubieran aceptado las propuestas de gobernar en coalición —y no a la manera mercenaria que dicen proponer algunos vanguardistas en México—, inclusive España habría conseguido aportar algo a la cuestionable y desgastada teoría política moderna, empero, no me extraña que no haya sido así. Si se realiza una retrospectiva, se entenderá que es “normal” que el electorado español se haya “comportado” políticamente de esa manera en virtud de su “corta edad” democrática. De hecho, si se profundiza un poco más, veremos que a nivel europeo —salvo por Francia e Inglaterra— los países de este continente son “jóvenes” políticamente hablando pues tienen menos tiempo de haber institucionalizado la democracia. De tal suerte, no es tan sorprendente que en el caso español la población reciba con ingenuidad —y no con escepticismo— fenómenos como Podemos o Ciudadanos y hasta cierto punto los tome en serio como un grupo de personas aptas para gobernar, o bien, “acepten” las imposiciones de un partido que no logró legitimarse a través de su ejercicio gubernamental.

En fin, lo que ha dejado el fin de semana a mi parecer es digno de ser estudiado por los especialistas y habrá que sacar conclusiones sobre este caso atípico de investidura; España y sus habitantes tendrán que ser autocríticos y buscar maneras de mantener y fortalecer este aún nuevo estilo de vida político que muchos sacrificios les costó.

Periodismo; no Sadismo

Tigres de Arena
25 de Octubre del 2016

“Periodismo; no Sadismo”
“…en México, desde tiempos inmemoriales, el ejercicio del periodismo se ha alejado del ejercicio del derecho a la libertad de expresión.”

25 de Octubre del 2016
En un ejercicio de apertura inédita, los noticieros de Televisa comienzan a dar espacios a los principales actores de la vida política del país, abriendo espacios para debatir y discutir de manera “auténtica” sobre los temas que a diario intrigan y llaman la atención de la población interesada en el desarrollo del fenómeno político y sus efectos. En el marco de la promoción de estos nuevos espacios de discusión a los cuales acuden representantes de diversas corrientes políticas y periodísticas, el miércoles pasado fueron invitados al noticiero de Carlos Loret de Mola, Marco Levario Turcott (Etcétera), Francisco Calderón (caricaturista) y Álvaro Delgado (Proceso).
De los tres temas que se abordaron durante este encuentro, tal vez el que más divergencias suscitó fue el de la posición de los medios de comunicación ante la situación actual de inseguridad que se vive en el país y la falta de intervención del Estado en materia de combate al crimen organizado. De los 3 panelistas, el reportero de Proceso sostuvo su postura militante al enfatizar que la grave inseguridad que sufre la población a nivel nacional proviene de la ineficacia y la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad pública. Asimismo, evitó abordar un tema primordial tal como es la responsabilidad ética de los medios de comunicación para con su ejercicio, en específico, con la falta de seriedad que muestran los principales medios escritos al difundir imágenes, titulares o situaciones que se convierten a la postre en propaganda de fango, olvidando por completo su labor informativa.
Desafortunadamente en México, desde tiempos inmemoriales, el ejercicio del periodismo se ha alejado del ejercicio del derecho a la libertad de expresión; en los peores casos, por consecuencia de este alejamiento —autoinducido—, muchas agencias informativas terminan más bien “ejerciendo” —en casos radicales— variaciones de la extorsión, encontrándose en la mayoría de éstos vinculados tanto los medios militantes como los oficiales. Asimismo, por parte de estos grupos, persiste el gasto desmesurado de grandes cantidades de recursos intelectuales, humanos y económicos, con tal de lograr alguna vez construir un fragmento de la realidad, así como imponer una visión del mundo que obedezca los intereses de unos cuantos personajes funestos.
En este contexto, se asoma también otro problema referente a la actitud de los periodistas en cuanto al manejo de su figura pública y privada por causa del auge de las redes sociales y el descontrolado flujo de información que hoy cualquier persona puede obtener sin filtración alguna. Esta circunstancia la han aprovechado un sinnúmero de personajes, quienes hoy han asumido un rol figuras de entretenimiento so pretexto de transmitir e informar, enaltecidos por un hipotético ejercicio comunicativo de corte “vanguardista”. El periodista promedio a mi parecer no tiene presente que su posición “al margen” de la realidad no necesariamente lo habrá de convertir en un intérprete, traductor o mensajero profético; mucho menos un predicador o moralista que adoctrine a los consumidores de información.
Finalmente, lo que debe fomentarse y perdurar en cuanto a la relación que exista entre los lectores-espectadores y los medios de comunicación masiva, es la búsqueda de una cultura del diálogo y la crítica hacia la vida pública y no lo que sucede actualmente, en la que el público diariamente se postra como un actor pasivo y receptivo de los mensajes —casi siempre de odio— que desestabilizan el comportamiento del ciudadano común.

Rechazando la Universidad

Tigres de Arena

18 de Octubre del 2016

“Rechazando la Universidad”
“…queda muy claro que quienes rechazan la Universidad son estos mismos individuos junto con sus respectivos líderes”

La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo más allá de los claroscuros que ha tenido en su etapa moderna, —en lo personal— sigue siendo una de las casas de estudio más importantes del país, así como cuna de ilustres profesionistas; es muy lamentable la situación por la que pasa ahora, peligrando más que nunca un ciclo escolar por causa de la mezquindad y el egoísmo de unos cuantos.

Superficialmente, el problema dicen algunos es la limitación por parte de las autoridades universitarias para controlar el ingreso que se tiene a las diferentes facultades, sin embargo, quienes estudiamos en esta digna institución, sabemos que el fondo del problema esta vinculado a la ambición de unos cuantos. Al menos yo recuerdo vivamente durante mi paso por la Facultad de Derecho, que anualmente vivimos y fuimos testigos de los atracos que las diversas “corrientes” estudiantiles año con año maquinaron y que no vale la pena enlistar. Si bien siempre ha existido una fuerte actividad política al interior de la universidad, de una década para acá el ejercicio de los grupos que se desenvuelven en ésta se ha ido radicalizando y hace mucho que se olvidaron esconder a los michoacanos su voracidad y su ausencia de vocación académica. En menos de 10 años, la Universidad Michoacana fue debilitada en su estructura por la pandemia en que se convirtió el deseo y la ambición de las minorías que han tenido acceso a la administración de los recursos financieros. De hecho, históricamente el origen de los problemas universitarios —y de muchos de los problemas relacionados con el Poder— tienen relación con la distribución de los recursos y los apoyos hacia los distintos sectores que componen la Universidad.

Desafortunadamente, hace mucho tiempo que la UMSNH dejó de ser la “gallina de los huevos de oro” y hoy entre los sindicatos, la demagógica gratuidad y los apoyos que deleznablemente se reparten entre las asociaciones estudiantiles, nuestra universidad se encuentra en el umbral de una quiebra financiera y de un eventual cierre. El secuestro que hoy vive la comunidad universitaria es un acto que a mi parecer no ha de tolerarse bajo ninguna circunstancia, empero, quienes llevan el manejo de esta crisis —sin éxito— han mantenido la vía del diálogo como la solución. Irónicamente a esta altura del conflicto, el rechazo se ha invertido, y con el nivel de argumentos con el que se pretende justificar este movimiento o paralización, queda muy claro que quienes rechazan la Universidad son estos mismos individuos junto con sus respectivos líderes; éstos, rechazan la oportunidad de recibir una educación de calidad, laica y accesible, rechazan la oportunidad de incorporarse a la sociedad como profesionistas, pero, principalmente, rechazan la oportunidad transformadora que la educación por sí misma ofrece.

Siguiendo la línea del infortunio, aún y resolviéndose este incidente, se mantienen en puerta problemas con los sindicatos y con los funestos “liderazgos” que se reparten como botín año con año el presupuesto universitario. Un desolador panorama para quienes agradecemos sobremanera la formación recibida allí.

En el marco de esta crisis, la Universidad y quienes la integran están obligados a parar y replantear la identidad y el funcionamiento de esta institución; lo único de lo que estoy convencido es que bajo la sombra de las ideologías anacrónicas esbozadas por leguleyos y villanos la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo no tiene un futuro, y si ésta no lo tiene, mucho menos lo tendrán los habitantes de Michoacán cuyo destino profesional está ligado a ella. Los aforismos, la retórica y los llamamientos a la cordura han quedado al margen de lo que padece hoy la escuela de todos los michoacanos. Quienes solamente podemos seguir observando expectantes no nos queda más que registrar lo que nos depare este episodio y generar el conocimiento para legar a futuras generaciones.

“Político Existencialismo”

Los Tigres de Arena

“Político Existencialismo”

11 de octubre del 2016

“…quienes hoy se aventuran a hacer de la Política el objeto de su existencia terminan por retratarse a sí mismos y en convertirse en una caricatura de los anhelos ajenos.”

A la espera de saber quién será el nuevo galardonado con el premio Nobel de Literatura por la Real Academia de Ciencias de Suecia, regresé esta semana a la contemplación de la cotidianeidad.
Ya cercanos muchos de mis cogeneracionales a los 30 años de edad, comienzan algunos de ellos a cuestionarse instintivamente por asuntos tales como la trascendencia, la reputación, el legado histórico y las hazañas. Repentinamente, estos entes encasillados como la “generación del milenio” han comenzado a “despertar” —afortunadamente no en el sentido de la izquierda mexicana—y a cotejar sus idilios con la realidad de la que ya se están haciendo cargo.
Sueños, proyectos, ideas grandilocuentes, cismas y rupturas de tradiciones emanan de las mentes de estos impetuosos personajes, quienes vislumbran el gran escenario de la vida pública como un atajo para conseguir lo que dejaron de lado durante más de una década. Muchos de estos seres piensan que aún existe la oportunidad para cosechar algo que jamás fue sembrado o de rectificar el camino para obtener el reconocimiento popular. Esta dinámica reflexiva la extienden durante largos periodos de tiempo, hasta el punto de arribar a la sesuda conclusión de que todavía es tiempo en que pueden aspirar a cambiar su mundo y su contexto por vía de lo que Política y el Derecho les permitan, aún y cuando de manera muy superficial conozcan los “mecanismos” de un sistema político.
Evidentemente, lo que describo proviene de pequeños escenarios donde he presenciado de manera indirecta la transformación en cuestión de años de los personajes más soeces y deleznables de mi generación, quienes de manera intempestiva decidieron disfrazarse con un traje y una corbata, hoy peroran por todos los medios posibles que desean trabajar por una mejor ciudad y por un mejor país; mágicamente estos individuos hoy defienden fervorosamente a los grupos vulnerables y a población en marginación y nos lo hacen saber a todos sus espectadores mediante fotografías y videos que difunden en las redes sociales. Me resulta pasmoso y “milagroso” que por una repentina devoción hacia el Gobierno y sus variantes, algunos de los personajes más cuestionados de mi tiempo hoy se hayan transformado en seres inmaculados y prístinos.
Existen teorías político-filosóficas que sostienen que la identidad de una persona se forma o se define a partir de lo que esta haga en la vida pública, es decir, el ser es en cuanto a presencia en la conciencia de la comunidad. Si se sigue esta noción, se entenderá el comportamiento de quienes conforman las nuevas generaciones y aquellos casos en que es casi patológico el deseo por tener un lugar en la vida pública. Aunado a esto, día a día crecen las agencias “mercadológicas” cuyo trabajo se concentra en la creación de imágenes y fachadas que se adapten a un supuesto gusto o aceptación general. En términos “heideggerianos”, diría que se cumple con todo lo que un ser inauténtico ha de realizar a lo largo de su existencia, condenándose a la rutina de lo “uno”. Evidentemente, todo esto que menciono para cualquier aficionado a la filosofía no es más que una manera de obviar uno de los grandes males de esta época: quienes hoy se aventuran a hacer de la Política el objeto de su existencia terminan por retratarse a sí mismos y en convertirse en una caricatura de los anhelos ajenos.
En fin, como en otras ocasiones, algunos contemporáneos me provocaron decepción y lamento; como siempre, sigo expectante “disfrutando” del ascenso de los menos capaces y contando las horas para que estos individuos demuestren fehacientemente que la selección natural y la evolución en Política jamás tendrán cabida.

Elíseo Literario

“Elíseo Literario”

“…han emergido plumas que han comprendido que en periodos de paz el ser humano goza del tiempo y de la circunstancia para adentrarse en sí y lograr iluminar los rincones más oscuros de su volición y su deseo.”

Al finalizar esta semana la Real Academia Sueca de las Artes entregará como lo hace cada año el premio Nobel de Literatura. Siguiendo la “costumbre” de las últimas décadas, la Academia mantiene el suspenso respecto de la terna que aficionados y especialistas han lanzado y esperan que sean galardonadas. Las casas de apuesta arrojan los nombres de Ismail Kadaré, Adonis, Haruki Murakami, Philip Roth, Ngugi Thiong ‘o y Javier Marías, como los potenciales ganadores del premio que coloca a las conciencias más brillantes de una época en el panteón literario universal. Extrañamente, por más de una década se cree que ya no hay una corriente innovadora o propositiva que se desmarque de las tragedias de mediados del siglo XX, sin embargo, cada año el grupo de profesionales que lleva la encomienda de deliberar y estudiar las candidaturas, sorprenden y elevan la obra de alguna conciencia perdida entre la bruma para recordarle a la humanidad que aún quedan muchas páginas por escribir, y, que si hay quienes piensan que la Historia llegó a su final hace tiempo, la ficción continúa satisfaciendo las carencias de la mundanidad.

Cíclicamente, década tras década, expertos y académicos departen sobre el criterio que utiliza la Academia Sueca para otorgar este galardón a los escritores que en teoría representan un movimiento o corriente de pensamiento que ha tenido marcado a generaciones. También, se pondera sobremanera la profundidad de las ideas que los candidatos han desarrollado, así como la difusión de la lengua en la que han escrito, es decir, se procura establecer un cierto canon a partir del impacto “natural” que la obra de un escritor ha tenido en la evolución de la sociedad contemporánea. Asimismo, la ceremonia de premiación ha legado una vasta producción literaria derivada de las extraordinarias piezas oratorias en las cuales los galardonados —la mayoría de ellos— muestran a la civilización las raíces de sus ideas y la esencia de la existencia humana allende los conflictos y las crisis que imprimieron originalidad en sus obras. Quien ha dedicado parte de su tiempo a leer estos testimonios lúcidos y auténticos, detecta inmediatamente la superioridad y la autenticidad de las ideologías que cada una de estas personas representaron; por encima de un llamamiento a la reconciliación mundial o al apaciguamiento de determinado conflicto, en la tribuna de Estocolmo se espera cada año recibir un mensaje que describa y retrate a esta sociedad abierta cada vez más presa del mal presentista y cada día más incapaz de revelarse a sí misma en la comprensión del fenómeno temporal. Quien recibe este premio recibe la honrosa responsabilidad de ser portavoz y a la vez maestro de quienes le antecedieron, de quienes le impulsaron y de quienes le sucederán; aquél ente a quien se le permite ingresar al Elíseo humano tiene el compromiso de mantener viva la voz de quienes al margen de la intolerancia, la insensatez, la demagogia y la estupidez, han convenido y logrado plasmar por vía de la Literatura el cómo un hombre ha de llevar su fugaz paso por este planeta.

A la fecha, resulta difícil concretar o entender la lógica bajo la cual se otorga este premio, empero, en algunas ocasiones se ha tomado mucho en cuenta la condición política de los potenciales candidatos, no es necesario obviar las veces en que se equivocaron al no premiar a quienes merecieron recibirlo pero que por consecuencia de su convicción política fueron marginados de ello. La mezquindad ha tenido presencia al imponer por influencia de los dogmas una efímera visión del orden que han de tener las sociedades mediocremente democráticas. Este, tal vez siga siendo el punto más débil de este grupo de personas que delinean el devenir de la Literatura universal.

Esta generación ha debido confrontar y lidiar con su búsqueda identitaria ya que sus actuales exponentes carecen de obra que alcance el universalismo que la tradición del siglo pasado logró sin necesidad de explotar o abusar de la narración trágica de las guerras mundiales y sus secuelas. No obstante lo anterior, han emergido plumas que han comprendido que en periodos de paz el ser humano goza del tiempo y de la circunstancia para adentrarse en sí y lograr iluminar los rincones más oscuros de su volición y su deseo; han surgido mentes que han desentrañado la naturaleza de su accionar y la ficción de su moral. Desgraciadamente se vive en una época donde el arte y la belleza se han convertido en retórica sofista, la cual busca hacer pasar las opiniones y las sentencias por modelos y arquetipos. De igual forma, es notorio que conforme sigue creciendo la facilidad para publicar y alcanzar a nuestro semejantes, más complejo es encontrar a los escritores que están permitiendo la continuidad del fenómeno cultural literario; al menos en este tiempo, el que haya mayor cantidad de escritores no ha implicado un significativo crecimiento de grupos, colectivos y corrientes que establezcan una tendencia o una nueva manera de interpretar la realidad.

En fin, a finales de esta semana conoceremos al nuevo miembro del olimpo literario, esperemos que quien sea el galardonado traiga consigo un mensaje a la altura de la historia y de quienes lo han antecedido.

@eisenbismarck

“La Mágica Voluntad”

Los Tigres de Arena

27 de septiembre del 2016

“La Mágica Voluntad”

“Si la Política se redujera a un sencillo problema de toma de decisiones o de voluntad personal, México hace tiempo que sería una potencia continental”

Si bien evito llevar las conversaciones de la vida cotidiana hacia el ámbito de la política o la vida pública, me sorprende que la mayoría de las veces estas tertulias después de media hora de conversación ya no pueden sacar más conclusiones o sentencias, concluyendo éstas con los habituales: “Ya ven, así es México”, “Todos los políticos son unos corruptos” o el pícaro “siempre llegan los menos peores”. En estos ejercicios conversacionales —sin importar la formación o postura política— se llega al consenso relativo a que en muchos de los problemas que llevan sobre sus hombros quienes ejercen el poder público derivan de una ausencia de voluntad para ejercer sus atribuciones. y tomar decisiones. Según la óptica de incontables ciudadanos, los problemas que a diario debe solucionar la clase gobernante serían fácilmente solucionados si éstos realmente decidieran hacerlo, es decir, mucho de lo que vemos en los medios de comunicación no es más que efecto de un somero “sí” o “no” que los funcionarios públicos consciente e inconscientemente dan sobre los asuntos que han de desahogar. En este trajinar, las supuestas “nuevas generaciones” de políticos que padecen de síndrome adánico, a menos de dos años de la elección presidencial han decidido lanzarse con desesperación en busca de la aceptación generalizada e inspirando una variación de lástima por sus rancios aires de renovación, ansiosamente escondiendo su ambición y deseo por poseer mas no ejercer. Comienzan a inundarse las redes sociales con campañas fatuas en las que un sinnúmero de jóvenes actores políticos alzan sus brazos urgiendo a diversos públicos a prestarles atención, pues han “encontrado” lo que nadie antes se había atrevido a vislumbrar. Como el mejor de los ilusionistas, se presentan estos individuos mostrando “su” realidad y repiten su diálogo mesiánico una y otra vez, cobijados por la promesa de cambiar el entorno de un sector de la población. Así, llámense como se llamen, se siguen reproduciendo y multiplicando los desesperados aspiracionistas movidos realmente por intereses externos y entregándose a la peligrosa inserción de sí mismos en el sistema político a cualquier costo. Estos jóvenes actores políticos emulan más bien a respetables magos y prestidigitadores y no a estadistas u hombres que tengan entendido cómo “opera” un Estado moderno. Así, supongo seguiré viendo en aumento la aparición de luminarias y entes que me ofrecerán algo “mejor” o que lucharán contra el sistema y sus fallas, o bien samaritanos que se desvivirán por cambiar el alumbrado en mi colonia —que no estaría mal—. Si la Política se redujera a un sencillo problema de toma de decisiones o de voluntad personal, México hace tiempo que sería una potencia continental; me parece que allende la desesperanza que existe en el ciudadano promedio, también éste debe hacer más por exigir y generar una clase política de mayor nivel. En fin, estos “jóvenes” me enfadaron este fin de semana, qué más puedo hacer.